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‘En pleno cinturón de pobreza’: escuela primaria Ángel Albino Corzo en Buena Vista, Estado de México.
‘En pleno cinturón de pobreza’: escuela primaria Ángel Albino Corzo en Buena Vista, Estado de México. Photograph: Nina Lakhani
‘En pleno cinturón de pobreza’: escuela primaria Ángel Albino Corzo en Buena Vista, Estado de México. Photograph: Nina Lakhani

'La ayuda nunca dura': la historia de la 'revolución' educativa de México

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La educación iba a ser el eje fundamental en la política del presidente Enrique Peña Nieto. Pero se siguen pagando salarios a ‘maestros fantasmas’ que jamás entran a un salón de clases, mientras que los niños no tienen las herramientas – y a veces ni siquiera la comida – que necesitan para aprender

Son casi las cuatro de la tarde, y una cuarta parte de los estudiantes de quinto grado de la escuela primaria Ángel Albino Corzo no han comido en todo el día. Los niños están inquietos y distraídos mientras que su maestro les explica las decimales en el pizarrón blanco.

Están contando los minutos hasta el descanso, cuando se les dará una pequeña porción de frijoles con tortillas: para algunos, es la única comida que comerán hoy (las escuelas en México están divididas en dos turnos distintos; estos niños estudian de 1:30 a 6 pm).

“¿Cómo pueden aprender si no han comido y si no tenemos las herramientas adecuadas?” pregunta su maestro, Juan Carlos, más tarde. A él le gustaría utilizar hojas de trabajo interactivas en línea, pero la sala de cómputo está cerrada y no hay internet. “Hay muchas limitaciones.”

Buena Vista es una desolada comunidad situada en una ladera y construida sobre un páramo industrial en el desbordante Estado de México, que rodea a la capital, Ciudad de México. Aquí, las tasas de criminalidad son tan altas que, en los meses de invierno, la escuela cierra temprano porque muchos niños caminan solos hasta sus casas. La policía no vigila el vecindario.

La asistencia a la escuela es pésima, y las tasas de deserción escolar son altas. El día de hoy, diez de los 35 estudiantes inscritos en quinto grado están ausentes. Sólo tres de la clase inicial aún asisten. “No sabemos qué les pasa, simplemente dejan de venir,” dice Carlos.

Las tasas de criminalidad son tan altas que, en los meses de invierno, la escuela cierra temprano porque muchos niños caminan solos hasta sus casas. Photograph: Nina Lakhani

Su compañera maestra, Angélica Rivera, está preocupada por Pablo, de 14 años, que abandonó el sexto grado hace dos meses. Pablo ya iba tres años atrás, pero había estado mejorando, hasta que su hermano fue asesinado; en ese momento cayó en las drogas y la depresión. “Le rogué que volviera y que terminara la escuela, pero ahora está trabajando,” dice Rivera. Los niños que salen de aquí sabiendo leer y escribir son considerados un éxito.

La educación iba a ser el eje fundamental en la política de Enrique Peña Nieto. En el año después de su elección en 2012, anunció que se realizarían ambiciosas reformas para limpiar la corrupción en el sindicato de maestros mexicano (SNTE), mejorar los estándares de la enseñanza, y crear un modelo educativo más adecuado para el siglo XXI.

El gobierno introdujo exámenes obligatorios para todos los maestros, prometiendo que a partir de entonces las promociones y salarios dependerían del rendimiento, no de los favores. El primer censo educativo jamás realizado reveló que se estaban pagando decenas de miles de salarios de forma ilegal a trabajadores de sindicato, administradores e incluso maestros muertos, pensionados y “fantasmas”.

Pero, aunque se ha progresado un poco, se siguen gastando mal millones de dólares. Se siguen pagando salarios de maestro a personas que jamás entran en un salón de clases, de acuerdo con las cifras de salarios federales, que están siendo analizados por el observatorio México Evalúa y el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey. Esto es ilegal, pero, de acuerdo con el director de investigación, Marco Fernández, nadie ha sido sancionado.

“El nuevo modelo educativo necesita dinero para poder tener éxito,” dice Fernández. “El gobierno, ¿cómo va a financiar más maestros y tecnología si sigue gastando millones de dólares en puestos corruptos, y no castiga a los responsables?”

‘La calidad no importa’

México se encuentra en el último lugar en educación entre los 35 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD). Los niños mexicanos salen de la escuela con las peores habilidades en lectura, matemáticas y ciencias, y aproximadamente la mitad de ellos no cumplen con los estándares más básicos. Los niños más pobres en Vietnam se desempeñan mejor que los más privilegiados en México.

“En México no importa qué tan rico o pobre seas, tu educación es o mala o muy mala. Los trabajos se dan de acuerdo a los contactos en lugar del mérito, así que la calidad no importa,” comenta Alexandra Zapata, especialista en educación del centro de investigación Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco).

Juan Carlos enseña una clase de matemáticas en la escuela primaria Ángel Albino Corzo. Photograph: Nina Lakhani

Al igual que quienes lo precedieron, Peña Nieto puso las computadoras y la tecnología de la información al centro de su revolución educativa. La clase de Rivera en Buena Vista fue uno de los seleccionados para beneficiarse de este programa altamente publicitado de regalar laptops y tabletas a niños de quinto y sexto grado. Rivera estudió un diplomado en línea por las noches durante seis meses para mejorar sus habilidades de enseñanza digital.

Pero alrededor de dos tercios de las tabletas ya no funcionan, y el presupuesto para las reparaciones ha sido recortado. Algunos padres de familia sencillamente las vendieron. En total, un millón de dispositivos fueron entregados en seis estados antes de que el programa terminara; su impacto no ha sido medido.

Otra política vistosa, anunciada este año, es tener maestros de habla inglesa en todas las escuelas dentro de una década, y que todos los niños sean bilingües en español e inglés dentro de 20 años.

Sin embargo, los maestros de México muy apenas están equipados para educar a los que hablan otro idioma: 1.3 millones de niños en todo el país utilizan dialectos indígenas como su lengua materna, y a veces su única lengua. Tan sólo el 60% de los 55,000 maestros que sí hablan un idioma indígena están en aulas donde los estudiantes hablan ese mismo idioma.

“El racismo siempre ha estado presente en la política educativa, y no se reconoce que somos un país multilingüe donde todos los niños tienen los mismos derechos,” comenta la investigadora Ivania de la Cruz Orozco, del Centro de Investigación y Docencia Económicas (Cide).

“La educación no existe en una burbuja,” dice Orozco. “Los niños indígenas de México no van a la universidad debido a las condiciones sociales y económicas en que viven. No es porque no quieran ir.”

Los niños en escuelas indígenas tienen los niveles de rendimiento más bajos; más del 80% caen por debajo del nivel que se necesita para progresar. Uno de cada cuatro indígenas de 15 años no puede leer ni escribir: la tasa de analfabetismo es cuatro veces más grande que el promedio general. La pobreza dentro de las comunidades indígenas va en aumento.

De acuerdo con Patricio Solís, líder experto en desigualdades del Colegio de México, la educación es un arma de doble filo. “Puede ser un vehículo para la movilidad social, o, como en México, puede reflejar y reproducir las desigualdades.”

Para Solís, el sistema educativo podría compensar por la desventaja inicial de un niño al ofrecer escuelas de verano en las comunidades más marginadas, así como incentivos para que los mejores maestros trabajen en las escuelas más necesitadas. En lugar de esto, ocurre lo contrario.

“Nuestro sistema está diseñado para reproducir las desigualdades en lugar de compensar por ellas. Los niños con las mayores necesidades reciben los peores servicios, como las telesecundarias [un modelo de aprendizaje a distancia donde un reducido número de maestros utilizan materiales de video y audio para enseñar el plan de estudios]. No he visto ninguna evidencia de que la situación esté mejorando,” asevera Solís.

México es actualmente el segundo país con mayor desigualdad de la OECD, después de Chile, recientemente integrado a la organización. Las tasas de deserción escolar, ausencias y repetición de grado son mucho peores dentro de sus comunidades más pobres.

“Donde las personas viven en las condiciones más pobres, la educación siempre llega al último y es la más pobre en todos los aspectos: financiamiento, materiales, preparación de los maestros, con lo cual, la desigualdad se perpetúa,” asevera Sylvia Schmelkes, directora saliente del Instituto Nacional para la Evaluación de la Enseñanza.

“No podemos negar que tenemos un problema de calidad y un problema de desigualdad. Ambos son muy graves.”

Los maestros se sienten demonizados

Mientras Peña Nieto entra su año final de gobierno, el futuro de su “fundamental” programa de reforma educativa se ve desalentador. Mientras que el secretario de educación, un aliado cercano del presidente, insiste en que el gobierno permanezca comprometido con su agenda educativa, una vocera comenta que “todos los programas de prioridad que apoyan esta transformación educativa reciben los fondos suficientes.” Las cifras son reveladoras.

Este año, el presupuesto de la educación fue recortado un 11.4% a £12bn – el más bajo desde 2011 – mientras que la economía sufre rezagos por las amenazas del presidente de los Estados Unidos Donald Trump de construir un muro en la frontera y anular acuerdos de comercio.

El presupuesto para los libros de texto ha sido recortado un tercio; los programas de capacitación de maestros e igualdad han sido reducidos un 40% cada uno; y los fondos para que los niños estén conectados digitalmente han sido recortados por completo.

‘¿Qué niño querría leer esto?’ Maestra Angélica Rivera con una copia de letra diminuta de Los viajes de Gulliver. Photograph: Nina Lakhani

Muchos maestros se sienten demonizados gracias a la monumental disputa entre el gobierno y su sindicato, pero, al menos en Buena Vista, están haciendo su mejor esfuerzo bajo unas circunstancias desesperadamente difíciles.

Rivera compra y descarga hojas de trabajo interactivas en su laptop personal y las proyecta en el pizarrón blanco para tratar de inspirar a su clase. Un voluntario de preparatoria está intentando reparar las computadoras de escritorio, pero no hay maestro de computación, así que la sala de cómputo se encuentra en casi completo desuso.

Las dificultades a las que se enfrentan los maestros no son sólo los déficits tecnológicos. Las escuelas no recibieron suficientes libros de texto para todos los alumnos, así que los niños tienen que trabajar en grupos o con fotocopias.

El gobierno local sí donó algunos libros de lectura. Incluyendo una versión de Los viajes de Gulliver en una edición ilegible de letra diminuta. “¿Qué niño querría leer esto?” pregunta Rivera, hojeando el libro sin ilustraciones. “Pero significa que algún político en algún lugar puede decir que ayudó a la escuela.”

Cuando al fin suena la campana del descanso a las 4:30 pm, los niños salen corriendo al comedor. Todos excepto Julia, una niña de sexto grado de ojos brillosos, que merodea afuera, jugando con un perro andrajoso. Sólo tomó un vaso de leche en el desayuno y no tiene los cinco pesos (20p) para pagar la comida. Rivera le da una moneda, y Julia entra corriendo con una sonrisa.

“Estamos en pleno cinturón de pobreza,” dice la directora de la escuela Norma Jiménez, sentada en su escritorio de oficina junto a una imponente bandera de México. “No hay doctor, no hay dentista, no hay agua, no hay policía en esta comunidad; esto es marginalización.”

Jiménez habla muy claro, y cree fervientemente en el potencial de la educación. “Siempre hay un nuevo programa, nos emocionamos, y mando a mis maestros a hacer cursos. Pero luego desaparece y nos desilusionamos. Es como auge y caída.

“Podríamos hacer tanto bien aquí, tener un verdadero impacto,” agrega. “Pero no hay evaluación de las necesidades. La ayuda nunca dura.”

Traducido por Juana Adcock

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